
El presidente de México ha emprendido un ataque -sin precedente- en contra de ministros, magistrados y jueces, que, como expuse en mi anterior entrega, no lo hizo en sus primeros cuatro años y seis meses de administración, por las razones que, en mi concepto, también precisé.
El primer mandatario repite y sus seguidores aplauden. Sin análisis del por qué…, dan por sentado todo lo que afirma el señor presidente. Al respecto, vale la pena preguntar, y…, antes de los jueces ¿qué? Porque, para que un integrante del Poder Judicial actúe, debió existir una acción, en la que (las partes), realizan su petición, con el planteamiento respectivo, en las diversas materias del Derecho.
Así, en materia civil y entre particulares, todo comienza con la demanda, que plantea el abogado -que eligió ‘el actor’-, quien, una vez que la elabora, la lleva al juzgado de primera instancia; ahí, el Juez, puede -o no- admitirla, por alguna razón de fondo o de forma, de lo que no doy más detalles técnico – jurídicos, por respeto a quienes, con amabilidad, me leen y no son abogados.
En cuanto el Juez admite la demanda, ordena hacerla del conocimiento del demandado, quien solicitará los servicios -de su abogado-, para que, dentro del plazo que la ley señala, la conteste. Y, surge el enfrentamiento jurídico – procesal, entre actor y demandado; que, después del proceso, concluirá con la sentencia que emitirá el Juez.
Para eso, el Juez, analizará el planteamiento de ambos, con todos sus argumentos, y valorará las pruebas. Para quien no favorece la sentencia…, ¿comenzará el drama para el abogado? Porque…, cómo explicarle -a su cliente - que se equivocó, cómo exponer -el antes- de la decisión del Juez. Acaso es más fácil decirle: “…ese tal por cual -del Juez- tuvo la culpa, es un corrupto”, etcétera, etc.
No canso a quienes no son abogados, ni pretendo ilustrar a los colegas. Solo agrego que, de esa resolución de primera instancia, a quien no le favoreció, puede interponer el recurso de apelación (segunda instancia) y, al que ahí ‘pierda’, podrá demandar el amparo, ante un Tribunal Colegiado de Circuito (autoridad federal); lo relevante es enfatizar -que las partes eligen- a sus abogados. Ahora que está en el escenario, eso de la elección de los ministros, magistrados y jueces.
En materia penal…, de los miles de asuntos que ocurren a diario -en el antes de los jueces-, refiramos a uno: en la esquina de las calles “A” y “B”, agentes de la Policía, detienen a “X” en poder de drogas, o armas, etcétera. Elaboran el Informe Policial Homologado; y, con la cadena de custodia, trasladan (lo que le aseguraron), para dejarlos a disposición del Ministerio Público, a fin de que integre la carpeta de investigación y presente a “X”, ante el Juez de control, para formularle imputación.
Por sus derechos constitucionales, a “X” lo defendió su abogado, quien logró demostrarle -al Juez- que, la detención, no fue en la hora que refieren sus captores; pues, su defendido estaba (en ese momento), en lugar distinto y…, como consecuencia, el Juez de control, no lo vinculó a proceso y quedó en libertad. Entonces, el reclamo (y, en su caso, la sanción), debe ser para quienes lo ‘detuvieron’, y no…, en contra de ellos, no escuchamos reproche alguno del señor presidente.
En una “mañanera”, en una de las tantas veces que, el primer mandatario, arremete contra los jueces (al referir a un supuesto, como el que aludo en el párrafo anterior), preguntó para sí y se contestó…, cómo es posible, que por 30 minutos…, pues ahí que le ponga el Juez y ya. Qué infausto comentario. Esa media hora de tiempo (por estar en lugar distinto), equivale a 10 años de prisión señor presidente, y qué mensaje para los agentes de Policía… ahí pónganle… ¡uf! Es algo muy grave, que no debiera estar -creo-, en el escenario de quien gobierna a todo un país. Por lo anterior, dos cosas:
Una, acaso -en las ‘mañaneras’- el primer mandatario (respecto de los temas de seguridad), repite lo que le informan, tal cual como se lo dicen. Eso no extraña. Un servidor de usted (es), acuñó la frase: los políticos hablan muy bien, pero oyen muy mal.
Otra, ante la falta de acciones contundentes -en seguridad pública-, ¿es más fácil echarles la culpa a los jueces?, porque en esta administración, con todo y que pueda mostrar avances en algunos rubros, en otros, hay grandes deficiencias.
En esa insuficiencia de acciones…, en seguridad pública, la actual administración, a más de un año de concluir, tiene ya el mayor número de homicidios dolosos de la historia de México (con todo y que -el presidente- ofreció “apaciguar” al país en dos años); y, en procuración de justicia, la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (FEMDO), qué resultados ofrece -por sus acciones-, en contra de eso grupos delictivos organizados…, que avanzan y avanzan y avanzan….
Luego, en vez de fustigar a los impartidores de justicia, no sería mejor…, dejar de oír mal y pedirles cuentas a los de Seguridad Pública y a la FEMDO. Acotaré al respecto: si el primer mandatario, exigiera resultados -a esos dos entes de su administración-, con la mitad de la vehemencia que utiliza en contra de los integrantes del Poder Judicial de la Federación…, no tengo duda…, viviríamos otros tiempos.
Ahora, el señor presidente, centra sus acciones, para la elección -por votos- de ministros, magistrados y jueces; así, como ‘las partes’ (en materias civil, familiar, mercantil, etc.), eligen a sus abogados…, a quienes conocen, son sus amigos, vecinos, etcétera, y, por diversas causas, no les entregan buenos resultados. Entonces -eso de la elección- no es tan sencillo, como pretenden (el presidente y algunos legisladores), que lo veamos. Además, para quien sea parte de un proceso jurídico, es posible elegir al Juez y a su abogado, y, con ello -entre otras cosas-, ¿generar algún conflicto?
Cierto, también hay por ahí una que otra de jueces (excepciones no regla). Manifiesto mi aceptación a la ‘queja’ -en contra de los jueces-, que apareció en el artículo 135 del Código Nacional de Procedimientos Penales, y mi rechazo a la Reforma de 2016, que la modificó. En eso sí podrían trabajar algunos ocurrentes legisladores; sólo que -el estudio- pareciera, que no se les da o, los viste más quedarle bien al patriarca.
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