
El 10 de abril de este 2022, aconteció la revocación de mandato, respecto del quehacer del presidente de México. No entraré al berenjenal, que en los distintos aspectos -político y social- ello causó, para no ahondar en el mar de comentarios, en diversos sentidos.
Eso sí, como un ciudadano de este país diré que, a ese evento, le dieron un sentido de ‘ratificación’ y, en realidad se trató de una posible ‘rectificación’, porque si… -no ha actuado bien- quien conduce los destinos de la República, “…a la vera del camino”, es posible rectificar, para ‘revocarle’ el mandato. Para eso es esa figura.
En la recta final, de los tiempos previos a ese acontecimiento, aumentó la participación de funcionarios públicos -incluso- de alto nivel (como en los viejos tiempos), en los que hubo arengas y apasionamiento, para pedir que ‘siguiera’ (ratificación), el presidente y no para invitar a la ciudadanía, para reflexionar y decirnos a todos, por ejemplo:
De lo que hasta hoy ha hecho esta administración, en la que está al frente el presidente, cómo ve usted… la salud, el empleo, la economía, la seguridad, la procuración de justicia (con todo y la cacaraqueda autonomía [al fiscal lo propone el presidente]), y demás ramas de la administración pública, para -de ahí- evaluar y decidir en consecuencia.
Empero, no fue así. En la idea de los actores de la vida pública nacional, pareció que la población debió acudir extasiada a manifestar su preferencia por el presidente (creo que él pudo así visualizarlo), y, olvidaron que, al ganar la elección, su mandato fue por seis años, no por 3 años y 4 meses y, agotado ese tiempo, debíamos ‘ratificarlo’. No es así.
Cierto, el señor presidente ganó la elección con millones de votos, con un alto sentido de participación y de aceptación que, en dos eventos siguientes, pareció difuminarse y bien pudo ser por diversas causas.
Primero, convocó (sin respuesta), para pedir el ‘aval’ de la población, para proceder en contra de los expresidentes. Por cierto, nada más alejado a la legalidad; porque, en materia penal, no opera la “mayoría de razón” y, menos aún infamar, a quien no tiene una sentencia en su contra (aquí no refiero al reproche social). Segundo, para la revocación de mandato, también hubo magra respuesta…, porque no en todas las casillas, que ubicaron en poblaciones y ciudades (para no hablar de las que estuvieron distantes), se agotaron las boletas.
De esos dos acontecimientos, el señor presidente hará un análisis y el mismo tendrá la respuesta. En concepto de quien aquí escribe, el tema ‘revocación’ lo veo con agrado, porque… el servidor público no debe sentirse cómodo. Si no funciona, que lo deje. En la administración pública, dicen, “nadie es insustituible”.
Quizá el alto número de abstención -82%- (verdadero triunfador, no la ‘ratificación’ [no existe esa figura]), se debe a que no tenemos aún la cultura que -la posibilidad de revocación- debe generar en todos. O, quizá, como las elecciones intermedias que, en las poblaciones pequeñas, poco interés tienen. Apasiona más, la elección para presidente de la República, gobernador y ni se diga, para presidente municipal, ahí sí el pueblo suele desbordarse.
Y comparto la ‘revocación’ que, si bien no es lo mismo, mucho me recuerda la actividad que, en aquellos años 90’s, el área de Prevención del Delito, de la entonces Procuraduría General de la República, realizó bajo la denominación: “Comparecencia del Ministerio Público Federal y la Policía Judicial Federal ante su comunidad”.
En un evento abierto al público y a los medios de comunicación, los agentes del MPF y el comandante de la PJF debíamos “comparecer” y quedábamos a disposición de la comunidad, para que expusieran su sentir, en diverso sentido. La calidad del trato, la atención del asunto, su avance, el resultado, etcétera. Hoy, qué pasaría, de realizarse esas comparecencias.
Por cierto, tendría mayor aplicación para los agentes del Ministerio Público del fuero común, porque… -ahí- la victima o el ofendido, es un particular, a quien los policías municipales o estatales (aunque no pertenezcan a las fiscalías), no les quieren recibir las denuncias (en el lugar de los hechos), deben ir a la agencia del MP, en donde ‘las esperas’ siguen siendo interminables y -los actores- de la investigación, siguen trabajando, como en el tiempo de las averiguaciones previas, porque si no, los jueces no les reciben sus carpetas. Al sistema penal acusatorio, le quieren aplicar el artículo “sesto”, para enviarlo… “al sesto de la basura”.
Creo que, antes pedir la ‘confirmación’, vía la revocación, debieron evaluar hacia adentro y no fue así… acaso por ello la abstención o hubo otra, de las anteriores causas. Elijamos. Se vale optar, por dos o más.
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