
En 2022, habrá elecciones en seis entidades de la República, para elegir gobernador en cada una de ellas. Así, los tiempos del calendario electoral avanzan y, con ello, la consecuente efervescencia en los partidos políticos y sus militantes, para elegir candidatos, con todo lo que ello implica, hacia adentro de cada uno de los institutos políticos, los enfrentamientos y resultados. Después vendrán las impugnaciones. Lo de siempre.
En el escenario de la vida pública de México, lo que ocurrirá en 2022, es solo uno de los pasos en el largo devenir de la historia del país, en el que cada que, en un municipio, entidad y en la federación hay elecciones, se van los que quisieron y no pudieron, o quisieron y no los ‘dejaron’ hacer y…, otra vez, el carrusel giró y nos dejó en el mismo lugar.
Los que lleguen, como es habitual, con cualquier cantidad de ofrecimientos, para cambiar la vida del municipio, la entidad o del país; además de, ‘pagar’ por las operaciones políticas que les permitieron alcanzar el triunfo y, en esa mixtura, colocar a quienes estarán al frente de todas y cada una de las dependencias; aunque, ¿serán los idóneos?, o solo es, el ‘pago’, por alcanzar el triunfo.
Al margen del armado, de esos entramados, consecuentes al triunfo electoral, el tema justicia requiere de una distinta visión, por lo que vemos en el día a día y para ello, creo, es indispensable, primero establecer (insisto por enésima vez), que hay 5 rubros muy distintos y son: la prevención del delito / seguridad pública / procuración de justicia / impartición de justicia y reinserción social.
En todos y cada uno de esos 5 rubros, el de impartición de justicia, es hasta hoy el más sólido, porque en gran media hay un caminar en el que, el actuario, se convierte en secretario, después es Juez y al final Magistrado. En los demás, no existió el seguimiento a quienes, por años obtuvieron experiencia que les dio un expediente personal y les permitió aspirar a tener el mando de la institución; además de que, no hubo un aliciente laboral, entre los integrantes de las dependencias.
Así, en la designación de mandos y la propuesta, respecto de las procuradurías apareció el ‘acomodo’ del operador político, o alguien que él propone (de su grupo), y el conocimiento (por especialidad), experiencia y consecuente solvencia, pasaron a segundo plano y, los procuradores, secretarios o mandos, se convirtieron en ‘testigos de oídas’, y estuvieron a resultas de lo que hicieron o quisieron hacer sus colaboradores.
En todas y cada una de las tareas de la vida pública, hay evolución y la entienden quienes la viven desde adentro. Cierto, no siempre hay lealtad a las instituciones, lo cual es reprobable y debe ser objeto de sanción; en tanto, quienes por años adquieren experiencia, solvencia profesional y actúan con responsabilidad; además de que se actualizan, con estudios diversos, deben ser los candidatos idóneos para dirigir las instituciones de seguridad pública y procuración de justicia.
Lo anterior al margen de cualquier posición política. Dijera, en el lejano año 2000, el doctor Jorge Madrazo Cuéllar (también lo cito por enésimas vez), “la justicia no tiene color”. Ese es el meollo, pues las tareas, de seguridad y procuración de justicia, deben ser ajenas al regateo, que acontece antes y después de las designación de candidatos (por más que se digan de unidad), y a los enfrentamientos entre partidos políticos en busca de la victoria electoral.
Quienes trabajan en seguridad y procuración de justicia, y lo hacen con gran compromiso, pasión y entrega y, a consecuencia, tienen una hoja de servicios presentable; además de ser idóneos para tener el mando de la institución a la que pertenecen, entienden de la evolución necesaria, que les permite asimilar los cambios -en la ley y hacia adentro-, de las propias instituciones y no llegan con ‘inventos’ o, como dijeran hace muchos años, no son “tontos con iniciativa”.
Porque al acudir a las instituciones, ajenos de las mismas, sin actualización legal, sin una panorámica de lo que acontece, lo único que logran es que, en cada cambio nos reinventemos, con lo que ello implica…, volver a empezar cada seis años y, siempre, partimos del mismo lugar.
Quizá por lo anterior, algunos mandos, siguen sin asimilar lo que implicó el cambio al sistema penal acusatorio y ponderan el anterior, que, con un precedente de un sistema mixto (con antecedente en un inquisitivo [de la Roma imperial]), hasta lo añoran. Por no estar inmersos, no saben que -la oralidad-, en materia procesal penal, ya existía en México, para el trámite de los procesos sumarios y, el agente del Ministerio Público podía formular su acusación en forma oral, contestarla la Defensa y, el Juez, dictar sentencia en la propia audiencia de vista. No lo hicimos, porque fue opcional, hoy que es obligatoria (con transparencia y claridad), la regatean.
El proceso penal acusatorio tiene, como antecedente, las Sextas Jornadas de Derecho procesal, que acontecieron en Valencia, Venezuela, en 1978, para establecer un Código uniforme, para las legislaciones de la América Latina, a consecuencia del acuerdo, para desterrar los laberintos procesales penales de nuestros países y ubicarnos en el plano internacional y, con ello, dejar atrás ese submundo jurídico – penal. Respecto del Código Modelo para Iberoamérica, expuso Julio Maier:
“Su verdadero logro no consiste tanto, a mi juicio y pese a su valor, en haber parido nuevos códigos en la América hispana, sino antes bien, en haber triunfado, un siglo o siglo y medio después de aquello que hubiera sido correcto según las comisiones que presidieron las independencias de las repúblicas hispanoamericanas sobre la inquisición española (Siete partidas abreviadamente), sistema que el conquistador y colonizador europeo introdujo en estas tierras, que todavía hoy aflora en algunas decisiones y en cierto pensamiento hispanoamericano…”[1]
Cuanta falta hace que, quienes contiendan por un cargo de elección, nacional o de alguna entidad, muy al margen de su sentir político y de su, a veces, obnubilación -en la que se sitúan- por la designación, el aplauso y la congregación (efímeros), no pierdan de vista la justicia.
Algunos, si vimos hacía adentro y dejamos -la responsabilidad- a quienes comenzaron su actividad, en tareas elementales, en el Ministerio Público, para no reinventarnos. Ahí quedaron los resultados.
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