
México vive una efervescencia que, en administraciones anteriores, no aconteció. Si bien, en el quinto año de cada administración, surgían nombres de posibles candidatos (algunos notorios y con mucha fuerza), había que respetar los tiempos, decían. No entro al laberinto, del que es difícil salir bien librado, por la poca actividad que realicé en esas lides. Eso sí, imposible olvidar lo que pasó en el año 2000 y, ese, es uno de mis relatos que, con otros, aquí les comparto. En las páginas 312 y 313, de mi libro, Por la puerta de enfrente. Relatos de un agente del Ministerio Público, aparece lo siguiente:
“En los primeros meses, de ese año 2000, nos convocaron a una reunión de trabajo con el procurador general de la República, a todos los delegados de la institución. Del principal tema a tratar, dijo el doctor Madrazo Cuéllar, “…ya viene el proceso electoral, si alguno de ustedes desea participar, no tiene más que dejar su renuncia con el subprocurador…”, agregó, “…si no lo hacen, entenderé que continuarán en su trabajo, en el que deberemos sumar esfuerzos, en la recta final de esta administración…” y, acotó, “…mantenerse en la procuraduría, implica alejarse de cualquier actividad partidista. Recuerden…” y, remató con una frase que, para mí, es la más relevante desde que fui alumno universitario, y está para enmarcarse: “LA JUSTICIA NO TIENE COLOR”. Por el bien de México, urge dar ese gran paso, en ambas competencias (federal y de las entidades). Improrrogable hacerlo.”
Hoy, que de pronto aparecen muestras de desdén, por la justicia, desde tan altas tribunas, la ideología de quien mostró -gran sensibilidad- debiera hacer eco en las nuevas generaciones. Esa mixtura, no es propia de nuestros tiempos; no, como forma de gobierno.
En otro de los relatos, refiero al privilegio que tuve en mi actividad profesional pública, por la invitación que, a nombre de su gobierno y de él mismo, recibí del señor James Jones, entonces embajador de los Estados Unidos de América en México. Por tan cordial distinción, tuve la oportunidad de visitar a algunas autoridades de seguridad, procuración e impartición de justicia y de ejecución de sanciones, en ese país.
En ese viaje a 7 ciudades, que comenzó en Washington, D. C., entre otras actividades, tuve el privilegio de acudir a la sede de una agencia de seguridad, lo que también parece a la medida citar, por lo que hoy acontece en México. Al respecto, relaté y es posible leer, en la página 249:
“Visité las oficinas alternas del FBI en esa ciudad capital. Fue una recepción muy cordial. En ameno diálogo, refirieron a los temas relevantes de su desempeño. No olvidaré un comentario que surgió, por las actividades de las agencias de investigación, en los Estados Unidos, alusivo a los temas que conversamos: “…aquí, en nuestro país, ganen los demócratas o republicanos, somo ajenos a esos escenarios; pues, tenemos delineados nuestro marco legal y nuestro proceder, en apego al orden establecido…”. De mi país, no pude afirmar lo mismo. Opté por el silencio. En México, parece que cada seis años nos reinventamos.”
Qué importante sería comprender, que ‘la justicia no tiene color’ y que, al margen de los triunfos electorales, la seguridad, la procuración e impartición de justicia, se desplazan en rieles diversos a las muy respetables afinidades político – electorales.
Porque, cuando hacemos críticas por lo que ocurre día a día, en esos tres rubros, nos dicen que tenemos diversa identidad política…, y no es así. Algunos somos ajenos, por la enseñanza que nos dejó el pasado. Citaré, de otro relato, en tanto aconteció el proceso para mi aprobación por el Congreso, para ser el procurador general de Justicia, en Baja California Sur. En la página 420 es posible leer:
“En el Congreso, la aprobación, por mayoría. El voto en contra, de los legisladores priistas (único partido en el que, algún día, hice proselitismo); que, desde luego, ahí nada tuvo que ver. No supieron de ese antecedente -justo- como debe ser. La justicia, no es un acto de política.”
Esos relatos y muchos otros, están en mi trabajo de referencia, que elaboré para referir a lo que ocurre ‘abajo’, una vez que aparecieron las publicaciones de grandes personajes de la procuración de justicia, quienes refirieron a lo que pasa ‘arriba’, como el muy destacado doctor Sergio García Ramírez y mis ex jefes, don Javier Coello Trejo y don Everardo Moreno Cruz, ambos, ex subprocuradores de la República.
Ojalá mis relatos puedan contribuir a que -los jóvenes- comprendan que, las actividades político – electorales y la justicia, debe seguir caminos distintos. Tan respetable es la primera, como imparcial debe ser la segunda. El día que eso ocurra, en los tres niveles de gobierno, veremos otras cosas en México.
Propicio este espacio para agradecer a quienes ya leyeron la obra y, con agrado, me lo han hecho saber (algunos hasta con un breve mensaje escrito). Relaté lo que viví desde el medio rural en el que nací, hasta los grandes escenarios de la procuración de justicia, con la emoción y la pasión incomparables por ese quehacer; la enseñanza de mis grandes maestros; el encomiable esfuerzo de hombres y mujeres, mis muy apreciables ex compañeros, quienes mucho hicieron por México.
Espero que nuestros actuales gobernantes, fortalezcan las instituciones de seguridad y procuración de justicia y les exijan resultados. Que sean reflexivos en su pretensión de elegir ministros, magistrados y jueces por votos. Podría pasar aquello… de que ‘están en contra…, por no ser de su partido’ (ahí sucumbe la justicia). Mejor que contribuyan a la separación de quehaceres y quede de manifiesto y reestablezcan el orden legal. Sí que hace falta en México.
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