
Por los recientes acontecimientos, los abogados, tenemos la obligación de explicarle a la población en general, qué pasa con el llamado Plan ‘B’ y las resoluciones de la Suprema Corte de Justicia de la Nación -que hoy-, generan la confusión social de mayor relevancia en los últimos años. Al hacerlo, con responsabilidad profesional y sin sesgos partidistas, creo. Ante tal desconcierto, haré dos planteamientos a mis colegas.
El primero, relativo a lo que debemos comentar, a quienes nos piden orientarles, por lo que pasa, ante el escenario que genera ese plan y las resoluciones del más alto Tribunal de México. Desde luego, los más autorizados son los abogados constitucionalistas, sin demérito de otros, con estudios de posgrado en otras ramas del Derecho, que tienen gran solvencia profesional. La invitación atenta, es que -la explicación- sea sencilla y accesible a toda la población, que mucho lo agradecerá.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, es el documento más importante del país y dispone las reglas a seguir, en todos los ámbitos de la vida jurídica. Por eso, al rendir protesta el presidente de la República…, dice: “Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen…”. En ese orden, primero la Constitución y después las leyes que de ella emanen, y disculpe (n) la repetición.
Quien triunfa en las elecciones, al asumir el mandato, traza sus rutas, y elige cómo y con quiénes caminarlas. En su quehacer, de pronto, algo no se ajusta a lo que pretende (n), por mandato de la Constitución, y, como de ese importante documento, emanan disposiciones de menor nivel, llamadas “leyes secundarias”, por ahí buscaron superar sus pretensiones; en este caso, las denominaron Plan ‘B’. Así, en plural, porque fueron varios… planes ‘B’.
El segundo planteamiento es para quienes, como abogados, tienen larga trayectoria en diversas actividades de la vida jurídica del país. Por esa experiencia, y por las coyunturas de la actividad política, tienen identidad o colaboran con el presidente de la República en diversas tareas. Eso sí, tendríamos que ver de qué están hechos. Porque, ellos son los indicados para decirle, ”…no está mal la Suprema Corte, lo estuvieron diputados y senadores…, porque primero es la Constitución y después la leyes que de ella emanen”, como cuando rindió protesta. ¿Querrán hacerlo, como mexicanos patriotas, o actuarán como simples burócratas?
Es muy complejo, seguir -paso a paso- la actividad partidista de los candidatos a la Presidencia de la República. De pronto, aparecen las noticias de mayor impacto, en los medios de comunicación o en las redes sociales. Hasta donde recuerdo, ni en uno ni otro escuché o leí, que el entonces candidato y hoy presidente, propondría modificar la elección de los ministros de la Suprema Corte, ni lo dijo, en tanto la presidió el doctor Arturo Zaldívar. A qué se debe que hoy, después de cuatro años y seis meses de su mandato, de pronto surgió la decisión.
Dicen algunos y los secundamos…, es por las resoluciones de la Suprema Corte, que dieron marcha atrás a esos planes ‘B’ que ya resolvieron, y a otros que faltan. Con notorio enfado y mucha molestia, dijo el presidente que irá por el Plan ‘C’, consistente en que, con su partido (del que debiera marcar distancia y no hacer actos anticipados de campaña), buscarán mayoría en el Congreso, para no tener que lidiar con la Corte. Quizá sin advertirlo, con esa afirmación, puso de relevo que fue fallido el Plan ‘B’. Luego, con el plan ‘C’, tomaría el camino que hoy no debió transitar, por erróneo.
Entonces, en tanto no llegue ese Plan ‘C’, los descalificativos desde la más alta tribuna y lo que vemos frente al edificio del máximo Tribunal de la Nación, causa indignación, por la mala imagen que mostramos al mundo y, en mucho contradice al gobernado (individual o colectivo), que, después de ser sacudido por algunas autoridades, le otorgan el amparo y protección de la justicia federal y se pregunta, aun con el desconocimiento de las leyes…, ¿no está en un error el presidente, respecto de la autoridad judicial federal?
Qué pasará, con la pretendida reforma a la Constitución, ante la posibilidad de elegir a los Ministros por elección popular. Al respecto dos cosas:
Primero, el día 11 de mayo del año en curso, el doctor Diego Valadés, comentó en el programa radiofónico de Carmen Aristegui, que el único antecedente de esa elección es el de Bolivia y que, el triunfador de la elección, que quedó en primer lugar, solo alcanzó el 5% de la simpatía del electorado. Y, las consecuencias, no se hicieron esperar, en el resultado de la impartición de justicia, con innumerables deficiencias, marcadas por intereses partidistas.
Nuestros países latinos, parecieran no estar en la sintonía del sufragio, respecto de otros temas ajenos a la elección de sus gobernantes y, en especial, del presidente de la República, gobernadores y presidentes municipales. En las intermedias, casi no acuden a votar. Por ello, cuando anunciaron que solo procederían en contra de expresidentes…, “si el pueblo así lo pedía”, el desinterés fue mayúsculo y, las autoridades, dejaron de perseguir delitos de oficio, contraviniendo el orden jurídico.
Segundo, en la excelsa enseñanza del profesor Javier Jiménez Martínez, comprendí que -la teoría del delito- inició en 1881, con el Causalismo Clásico, que alcanzó otro nivel en 1907 con el Neoclásico y, antes de que apareciera el Finalismo, surgió el Irracionalismo, del que no fue posible realizar los estudios en el orden de los dos primeros, respecto de la conducta, la tipicidad, la antijuridicidad y la culpabilidad.
Al Irracionalismo lo identificaron como “la jurisprudencia de los sentimientos”, porque… ante las atrocidades de los propios y de los amigos, había que disimular o no ver y, a los que no tuvieran identidad con los mandos…, había que ‘cargarles’ la mano. ¿Para eso… el Plan ‘C’?
Y si falla el Plan ‘C’, que siga el ‘D’, de ‘destrucción’, de todos los que estén en contra…, y si también falla, que siga el ‘E’, de ‘entiérrenlos’ en sus ideas, en sus opiniones, en sus inquietudes, en todo lo que signifique no estar de acuerdo, con quien cree que debe imperar su voluntad, si o sí.
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