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LA AUTONOMÍA Y LOS FISCALES

Foto del escritor: Palemón AlamillaPalemón Alamilla



De pronto, el tema ‘autonomía’, cobró fuerza en la vida pública de México, y lo llevaron a la entonces Procuraduría General de la República. Inició también la mutación, de las procuradurías, a lo que hoy ya son, casi en su totalidad, fiscalías. Lo primero, dijeron, por la independencia que deben tener los fiscales, quienes serían transexenales. Luego, al ‘irse’ el gobernante (a los seis años) -el fiscal- perdería la esencia de su función (dirigir la institución que investiga los delitos), para convertirse…, ¿en el ‘protector’ de quien ahí lo dejó? Qué aberrante.


En mi libro Por la puerta de enfrente. Relatos de un agente del Ministerio Público, de AQUA Ediciones, dije respecto de esa autonomía:


“El término apareció por la pretendida creación de una fiscalía transexenal, a fin de que, quien asumiera como fiscal, al final del sexenio del licenciado Enrique Peña Nieto, siguiera al frente ‘para cubrir la retirada’. El panismo encabezó el rechazo. La polarización de las intenciones llegó al máximo. El término lo escuchamos aquí y allá, hasta que, en enero del 2016, lo incorporaron al texto de la Constitución de la República”.


Insisto, si la fiscalía no depende del Poder Ejecutivo, a dónde la van a llevar, al Legislativo, no es posible; al Judicial, inviable; será un órgano paralelo a las comisiones de los derechos humanos, improbable. Debe ser un equilibrio de poderes. Así, al realizar su propuesta para el fiscal, el titular del Ejecutivo no la hará a favor de cualquiera. Designará a un profesionista por sus antecedentes personales, académicos, por sus logros laborales, etcétera. El Legislativo la analizará, y evaluará -a quien- tiene claro lo que implica procurar justicia, en su amplio sentido, para su aprobación.


Es que, con la autonomía, el titular del Ejecutivo (federal o los gobernadores), no podrá (n) maniobrar en las fiscalías, dijeron. Eso, desde el punto de vista procesal, es incorrecto. Lo es porque, el asesor jurídico de la víctima o del ofendido, puede (n) acudir (en el equilibrio de poderes), ante el Juez de control, con su inconformidad por la resolución del Ministerio Público. Además, desde febrero de 1994, la “obediencia jerárquica”, no es excluyente de responsabilidad; por ello, si el fiscal acata una instrucción, contraria al orden jurídico, podría cometer o participar en un delito.


Qué pasaría si, en la secretaría del Bienestar (por los señalamientos, a causa de las ríspidas y adelantadas precandidaturas, a la Presidencia de la República), encausaran mal algún programa, en perjuicio de la colectividad. Acaso -el presidente- (para decirse ajeno) ¿tendría que dotarla de autonomía?, y, como ese ejemplo, en otras dependencias…, ¿lo mismo? Eso no es posible. Hoy, con esa figura -pareciera- se lavan las manos, en la procuración de justicia.


A eso hice referencia en mi artículo, que les compartí el 30 de julio del 2021, y que intitulé Consulta u operación Pilatos (disponible en esta página), para referir a la que hizo el Ejecutivo federal, para proceder en contra de los expresidentes, y en el que cité: “Entonces Pilato, viendo que nada adelantaba, más bien promovía tumulto, tomó agua y se lavó las manos delante de la gente diciendo: inocente soy de la sangre de este justo. Vosotros veréis”.


Luego, ¿para investigar delitos? “…es por lo que diga el pueblo”. Pues ya lo ‘dijo’ -en las distintas elecciones- (al elegir a los legisladores), ellos llevaron su voz y la plasmaron en la ley. Esa decisión no puede quedar en la voz de una sola persona…, por lo que ‘cree’…; por lo que quiere…, o hasta por ocurrencia. Quede claro, eso es otra cosa. Del actuar, de la actual administración, también cité en mi libro de referencia:


“Con relativa frecuencia sigo las conferencias matutinas, que ofrece el presidente de la República. Ahí me enteré de que, previas las llamadas “mañaneras”, el titular del Ejecutivo federal sesiona con el grupo que coordina la seguridad. En esos espacios noticiosos, el licenciado López Obrador, refiere con frecuencia a la autonomía de la fiscalía. Llegó a afirmar, que, por ello -en 5 meses- no había visto al fiscal de la República. Al margen de la no compartida figura, estimo pertinente preguntar, ¿por qué no asiste a las reuniones el fiscal?; acaso, en procuración de justicia -en la investigación y en el proceso-, no hay deficiencias, como sí acontece en la seguridad pública, que aqueja a México.”


Por el bien de todos los mexicanos, sí que hace falta la presencia -del fiscal General- en esas reuniones; por ser superior jerárquico, del Fiscal Especializado en Materia de Delincuencia Organizada (FEMDO), quien es el responsable de dirigir las investigaciones y de actuar en contra de los grupos, que han crecido y tienen asoladas a muchas regiones del país. Algunos gobernadores publican imágenes de sus reuniones de seguridad y, con todo y ‘autonomía’, ahí están los procuradores / fiscales. En la competencia federal no…, por el dicho del mismísimo señor presidente. ¿Con qué resultados?


Es claro que, eso de la autonomía, se ajusta más al discurso. Las fiscalías ‘autónomas’ no tienen cabida dentro de los poderes de la Unión. Porque…, cómo supervisarlas, cómo cuestionarlas. Acaso…, “por encima de la ley nadie”, y de los fiscales…, ¿tampoco?


Al inicio de la administración (federal y en las entidades), el titular del Ejecutivo enviará la propuesta al Congreso, respecto del fiscal. Al término, deberá (n) entregar a satisfacción de quien (es) recibe (n), y estará (n) atento (s), para cualquier requerimiento, por alguna irregularidad. Quien gobierna -debe responder ante sus gobernados- por el fiscal que propuso. Debe asumirlo sin esquivar, y menos…, …invocar el pasado. Esto último, solo es transformar…, promesa por ineficacia.


Para quienes tuvimos el privilegio de estar al frente, de la institución del Ministerio Público, por las consecuencias que ello ocasiona, ante la calificación de quienes se erigen en ‘jurado’, que suelen hacer con el mismo rasero y sin reflexión previa, muy acorde la cita del doctor Diego Valadés: “Para ser procurador se requiere de un abogado con prestigio, dispuesto a perderlo”.


Unos no lo perdieron…, se los arrebataron y, a alguno más, hasta lo persiguieron, con todo y fuero. Citó Renato Leduc: “…tiempo al tiempo…”, porque mucho habrá de conocerse al respecto. Hoy, para esquivar, que viva la autonomía; para dar noticias de lo que hacen las fiscalías, no existe y, para quedar bien, ah…, ¡como estorba!







 
 
 

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Rodríguez Puebla esq. Francisco I. Madero (altos), Colonia Centro

Progreso de Obregón, Hidalgo.

Correo electrónico: info.alamilla@gmail.com

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