top of page

EVOLUCIÓN

Foto del escritor: Palemón AlamillaPalemón Alamilla



En el día a día, hay una evolución en todo o -casi en todo-, porque el avance inherente, del devenir social y cultural, pareciera ser ajeno el tema ‘justicia’. Recordemos, por citar un referente, el trasporte público, del que disponíamos hace algunos años. Hoy, podemos adquirir ‘saldo’ para viajar en Metrobús, y pagarlo con una tarjeta de crédito o débito, en una máquina que opera el propio usuario.


Reitero, en México (y casi en todo el mundo), quien no tiene un teléfono celular…, tiene dos. Desde que la telefonía móvil apareció, no se detiene. Cada día nos sorprenden con innovaciones. Quienes saben utilizar todas las funciones, de esos aparatos, tienen consigo verdaderas oficinas, en las que pueden laborar -casi- desde cualquier lugar.


Insisto, de esa evolución, podríamos hablar de cualquier tema. La ciencia médica no es excepción. Por citar un dato, ahora hacen artroscopías -para corregir o sanar-, sin que los médicos tengan que ‘abrir’ (si usted me permite la expresión), al paciente.


Por esa evolución y por estar a la vanguardia, en fecha reciente, el Instituto Nacional de Ciencias Penales (INACIPE), en la experta exposición de uno de sus investigadores, el muy reconocido Eliseo Lázaro Ruiz, publicó un artículo que intituló ¿por qué quedaron obsoletas las siete preguntas de oro de la criminalística?


En una brillante explicación, nos ilustra respecto de la evolución de esas siete preguntas: “¿qué?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo?, ¿con qué?, y ¿por qué?, con las que la criminalística trabajó por años (en su concepto superadas), para dar paso a las “Preguntas frecuentes de la investigación forense”.


No abundo más, respecto de tan enriquecedor e ilustrativo análisis, muy completo en sus 23 páginas. Puntualizaré que, tan completa explicación, debe ir de la mano -en los ajustes- al Informe Policial Homologado (IPH), que en seguridad pública y en la Policía de investigación, deben pulir, hasta hacerlo práctico, concreto y objetivo, sin perder de vista, que es el cimiento de una sentencia condenatoria. Ahí es en donde vendrá su evaluación.


Al sistema penal acusatorio, habrá que adicionar esas ‘preguntas frecuentes’ y, en los asuntos relativos a hechos violentos o en los que haya flagrancia, el informe policial de alusión. Así el Ministerio Público podrá acudir ante el Juez, con mayor solvencia. Con ello tendremos un proceso penal acorde a la evolución que, por momentos demora.


Con frecuencia, el señor presidente de México ha expuesto que, nuestro país, “…ya no es tierra de conquista…”, al referir a los energéticos, entre otros temas, lo que celebro. Empero, al inicio de su administración, impulsó ampliar el catálogo de delitos de prisión preventiva oficiosa, para regresarnos al modelo que nos trajeron con la conquista.


Después, desde la Fiscalía General de la República y con el aval del Senado, pretendieron dar marcha atrás, respecto del proceso penal acusatorio. Tenían listo el Código que reemplazaría al Nacional de Procedimientos Penales.


Por fortuna imperó la cordura. Quizá comprendieron que, el sistema penal acusatorio, no es la novedad a la que muchos se siguen refiriendo. Por temporalidad, data de los años 500 y 400 a. C., solo que, se interpuso en su camino el inquisitivo y el mixto, que puso de relevancia el poderío militar de Napoleón, con la descomposición que ello generó y fue el que nos trajeron.


En forma especial y preponderante -en México-, el sistema penal acusatorio, no lo impuso un partido político o alguna administración, por hacerlo. Deviene de las asambleas de los países iberoamericanos, en el deseo de sepultar, de una vez y para siempre, el proceso penal que tuvimos por un siglo, para situarnos en el entorno mundial.


Al respecto, complementaré la cita -a Julio Maier-, que inicié en mi anterior entrega, respecto al Código Modelo para la América hispana, de la misma fuente bibliográfica:


“A la vera del Proyecto modelo creció un nuevo idioma jurídico en materia procesal penal, que, según creo, hoy nos permite comprendernos más fácilmente y más universalmente, sobre todo en el ámbito académico, idioma muy distinto al variopinto que emergió de las leyes inquisitivas españolas traducidas al ámbito hispanoamericano”.


Por ello, la justicia penal mexicana, no pude ser ese -‘casi’- que impida la evolución en todo. Es relevante que no se confundan y que, por ello, separemos los actos de justicia de la política o, en palabras del doctor Jorge Madrazo Cuéllar, que… “la justicia no tenga color”, insisto.

 
 
 

Comments


Rodríguez Puebla esq. Francisco I. Madero (altos), Colonia Centro

Progreso de Obregón, Hidalgo.

Correo electrónico: info.alamilla@gmail.com

Derechos reservados © 2024 por Palemón Alamilla

  • Blanca Facebook Icono
  • Twitter Icono blanco
bottom of page