
Reitero el agradecimiento que le (s) hice en mi anterior artículo. Con entusiasmo inicio el 2025 en el que, con el mismo gusto y misma periodicidad, les compartiré mis opiniones, respecto de los temas que guardan relación con mi actividad profesional, que, espero reciban con el mismo interés.
En el citado artículo referí a dos cosas: a la inseguridad que imperó en el país en 2024, y a lo incierto de las elecciones de ministros, magistrados y jueces, que acontecerán a mediados de este año, por las razones que -de ambos temas- comenté.
Como nunca -en México- politizaron la justicia. Un solo acontecimiento así lo demuestra. Sin reflexionar en las consecuencias y solo por secundar pautas que dictan desde el más alto atril; porque, su voluntad está comprometida hacia arriba, no con la razón y, pocas veces, con la justicia. El 14 de diciembre, del año que recién concluyó, una notica que leí en línea me dejó en shock:
“…quien hasta los primeros días del mes de diciembre de este año se desempeñaba como chofer del despacho de la gobernadora…, pasó a ser juez especializado de mujeres del Tribunal Superior de Justicia estatal”.
Y dije al respecto: “…no demerito la importancia del trabajo de los choferes; incluso, lo pongo así, para dejar en claro su relevante labor: un juzgador, del más alto nivel, no conduce un tractocamión que lleva -en su remolque- 30 toneladas de carga. En mucho -los choferes- ‘mueven’ a México. Llevan los productos alimenticios y de trabajo; así, como a miles de pasajeros. Solo que, por más que alguno de ellos, realice (a la par de su trabajo) algún estudio < eso muy loable >, no podrían… …de la noche a la mañana, realizar una tarea tan sensible, como impartir justicia.”
Por su relevancia, retomo el tema a partir de tan desafortunada decisión. Para ello, como en muchas familias, en la de un servidor de usted (es), algunos de sus integrantes fueron profesionales del volante. Uno de ellos, Alfonso Vázquez Alamilla, quien atento me apoyó para ampliar esta exposición.
A mis preguntas, fue muy explícito, respecto de los bastos conocimientos que deben reunir quienes, como él, asumieron esa muy relevante actividad. Aludió a los motores de gasolina, propio de los trasportes ligeros; y, los de uso de diesel, para trasportes de pasajeros y carga (de dos y cuatro tiempos), y, cómo es que -hoy- muchas de esas pesadas unidades ya tienen sistemas electrónicos. Esa y otras evoluciones, en diversos sentidos, en el mundo del trasporte.
“No hay vehículo alguno que no tenga tren motriz…”, me dijo, “…con transmisiones estándar o automática y, los de carga, evolucionaron, porque no había automáticos y ahora hay hidráulicos, hasta de diez velocidades, según las necesidades de trabajo”. Abundó: “los sistemas de frenos de todo tipo de vehículos son de fricción; los vehículos ligeros usan un sistema mecánico y, los de carga pesada, de aíre.” Como algo delicado, se refirió a los constantes accidentes, de los que dan cuenta los noticieros, en los que vemos imágenes de tracto – camiones que arroyan vehículos y casetas.
Dijo que, lo anterior, es por fallas humanas; porque, por una parte, el conductor sabe el peso que trasporta y, por la otra, los niveles de descensos carreteros, o excesos de velocidades; así, por no asociar, esas dos cosas, con el factor tonelaje… …los lamentables accidentes.
Porque, todo camión, tiene dos alertas que debieran impedirlo: una visual y otra de sonido. La primera ilustra al operador con una imagen en el tablero y, la otra, le ‘avisa’ con un sonido; ante ello, debe detenerse de inmediato, y corregir hasta con lo que llaman en la jerga “purgar los frenos”; empero, muchos jóvenes carentes de seriedad y responsabilidad no actúan a conciencia.
En el desarrollo y madurez de la actividad del conductor, lo que -por lo regular-, comenzó por necesidad de trabajo, con los años torna en excelencia. Eso le (s) sirve para -a simple vista (si no es una unidad nueva)- percibir, en el vehículo que conducirá por primera vez, la seguridad: al revisar dirección, frenos, estado de los neumáticos y suspensiones, me explicó. Aunque fue a más, ya no haré referencia a otros temas, como trasmisiones, diferenciales, ejes, etcétera.
Desde luego, acotó Alfonso, para llegar a tal dominio, algún día, ese eficiente conductor comenzó como ayudante. Inició limpiando los parabrisas; ‘checando’ la presión de los neumáticos; enseñándose a cambiar el aceite, los filtros, etcétera, para familiarizarse con -el camión-, y tener el dominio que impida quedar varado en el camino, por una falla sencilla, ante el compromiso de entrega, como cuando son perecederos (las verduras no pueden quedar sin llegar a los mercados).
Entonces, en el día a día, no todos los que tenemos una licencia de manejo, conocemos de las vicisitudes propias de los motores, sistemas de trasmisión, frenos y demás componentes de un vehículo. Hay diferencia entre conducir un automóvil, como la hacemos la inmensa mayoría, a la actividad de quienes ‘mueven’ pasajeros y carga.
Los profesionales del Derecho tenemos una cédula profesional. Algunos, incluso, de especialidad, maestría y hasta doctorado; empero, no todos empezaron en labores elementales en juzgados, agencias del Ministerio Público, defensorías, etcétera.
Luego, si los choferes comienzan desde abajo, hasta adquirir excelencia, qué pasará con quienes tienen una cédula profesional; empero, sin la práctica necesaria y, si me permite usted la imagen, ¿podrán dar el paso de automovilista a conductor profesional?, para dejar sus actividades cotidianas y, sin esa excelsitud, ¿aparecer como ministros, magistrados y jueces? No será que, por no ‘ver’ el tablero o ‘escuchar’ el aviso, arrollarán asuntos y destruirán edificios, al dictar justicia sin frenos.
En México, los profesionales del volante van hacia adelante; en tanto, con la Reforma al Poder Judicial, vamos < en reversa >, porque nació en la oscuridad; pues, al establecerla, no fueron suficientes los votos de quienes la realizaron. Debieron acudir a cuatro senadores, quienes traicionaron el voto que recibieron de sus electores, para dilapidarlo en una mayoría calificada.
El día que los nuevos ministros, magistrados y jueces, rindan protesta, deberán recordar lo anterior; en forma especial y preponderante, que desplazaron a quienes -sí- hicieron carrera. No aprendieron a conducir el camión de frente y -eso- le costará a México años de atraso.

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