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EL GOLPE DE LA AUTORIDAD

Foto del escritor: Palemón AlamillaPalemón Alamilla



Es común escuchar en distintos escenarios, por diversos motivos, la frase “…fue un golpe de autoridad”, para -así- referir a la decisión, o a la acción de quien la detenta, por lo que realizó en el ejercicio de su actividad o, en el cumplimiento, de un mandato.


El sábado 1 de abril, último, aconteció un golpe, no de autoridad, sí de la autoridad. En ese fin de semana, busqué la programación de uno de los esparcimientos favoritos y encontré, que, se enfrentarían América y León en el estadio Azteca. Sin preferencia o afición, por uno u otro, sólo por la expectativa (que generó y sí correspondió), y…, vi el juego.


En el segundo tiempo subieron de tono las pasiones y, en una reyerta, en la que los jugadores del León reclamaron las decisiones de la autoridad, rodearon al árbitro y, éste, le dio un rodillazo a uno de esos jugadores, quien cayó al césped. Al advertir el origen, de esa caída, los comentaristas, comenzaron las muy justificadas críticas, al impartidor de justicia deportiva, por su proceder.


Qué pasará…, preguntaron los comentaristas, porque… si el jugador golpea al árbitro, le espera un año de suspensión. En los días siguientes, ese golpe -de la autoridad- fue tema central en diversos medios. La sanción, 12 partidos de suspensión, con lo que representa en la hoja de servicios del impartidor de justicia deportiva.


En otros ámbitos, en el que intervienen servidores públicos de seguridad pública y de procuración de justicia, así como los impartidores de justicia, de la ciudadanía en general, no hay justificación, para atentar en contra del respeto al ciudadano que, por una u otra causa, llegue ante los escenarios de esas autoridades. Es inquebrantable el respeto a sus derechos humanos y a sus garantías. Respecto de los que no actúen así, muy a la medida la frase: “la agresión es producto de la impotencia”.


Al margen de lo anterior, no solo podemos referirnos a la injustificada agresión física. Las autoridades de referencia…, ante la falta de atención, en las diversas funciones que desarrollan, ¿también le ocasionan una ofensa al ciudadano?


En seguridad pública, la falta de presencia en caminos vecinales, municipales, estatales y federales, que deja al ciudadano a su suerte…, ¿es una ofensa?, porque quien tiene el infortunio de transitar, no advierte la presencia de quien lo oriente o lo auxilie. Hace unos días, al buscar a 23 personas…, encontraron a más de cien, que fueron privados de su libertad, por… ¿falta de presencia de la policía?


No pasemos por alto que, las desapariciones de referencia ocurrieron en una de las carreteras de mayor afluente del país, si no es que, la que más circulación vehicular tiene. En uno de mis anteriores artículos, pregunte a quienes tienen la cordialidad de leerme, y aquí insisto…, al salir a la carretera, con qué frecuencia advierte usted la presencia de la policía de seguridad pública.


En la serie “SOMOS”, de Netflix, a uno de los capítulos lo intitularon “la noche es nuestra”, que retrata la falta de presencia policiaca en ese horario (espacio que copan los que atentan en contra de la ciudadanía), con lo que ello trajo a consecuencia, a quienes cruzaron por tan lastimosos acontecimientos, que ahí aparecen; lo que, sin duda, también fue una muy grave ofensa.

En procuración de justicia, cuál es la respuesta, a las denuncias y querellas. Los agentes del Ministerio Público, del fuero común, ya superaron eso de… colocar en un extremo a los denunciantes / querellantes, con sus asesores y, en el otro, a quienes ‘investigan’, con sus abogados…, y -ellos-desde arriba, ver cómo se pelean, como si fueran jueces, no investigadores; porque, en lo que hasta ahora tenemos del sistema penal acusatorio, eso debiera estar superado. Si así lo hacen, también es una ofensa, para el denunciante o querellante.


Los agentes de la Policía Ministerial, en ambas competencias, desempeñan con atingencia, todas las facultades que -ahora- les confiere el Código Nacional de Procedimientos Penales, para realizar con fluidez y solvencia la investigación. De no hacerlo, también hay ofensa a la ciudadanía a la que sirven.


Los y las jueces, cómo es que conducen sus tribunales. Hace poco vi, para mi sorpresa, que una audiencia programada, para las nueve de la mañana, no comenzó a esa hora. Fue prioritario adornar, hasta con globos, el local que ocupa el juzgado (que después de años y años, ha quintuplicado la demanda de servicios y -hoy- no hay donde poner un expediente), para celebrar al secretario de acuerdos que cumplía años. Todo ante la mirada atónita de los que poco asisten (testigos) y, quizá, tenían otra idea de lo que ocurre en los tribunales. Qué ofensa, no por la fiesta, si por los tiempos del actor, demandado, testigos, litigantes y de la justicia misma, con pésima imagen.


Después del jolgorio comenzó la audiencia. Las posiciones (preguntas), que formularon actora y demandada, no las calificó -de legales- el titular del juzgado (casi a las 10 no había llegado), lo hizo el secretario de acuerdos, y recordé al doctor Miguel Ángel Aguilar López, brillante Magistrado de Circuito, de quien hoy, cuánto lamentamos su partida. En una de las pláticas que tuvimos (por su generosa amistad), me dijo, ante las nuevas reglas del proceso penal en México, y por lo que antes tuvimos…, “justicia de jueces, no de secretarios”. Por la ausencia del Juez, al inicio de la audiencia (el día de la fiesta), qué habría expuesto tan ilustre jurista. Qué dirán sus superiores, bueno sería saberlo.


Después llegó el Juez. Todo siguió como si nada. Cuánta falta hace otra imagen e importancia por la justicia. Aún más, que relevante sería ver (uno que otro día), en esos lugares y distantes de sus oficinas -sin aviso de por medio-, a quienes supervisan. Al árbitro… 12 partidos de suspensión por el rodillazo…, qué sanción, …para los que, sin ofensa física de por medio, también lastiman al ciudadano, con esos golpes de -la-autoridad.





 
 
 

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Rodríguez Puebla esq. Francisco I. Madero (altos), Colonia Centro

Progreso de Obregón, Hidalgo.

Correo electrónico: info.alamilla@gmail.com

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