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CARTA A LOS PROGRESENSES

Foto del escritor: Palemón AlamillaPalemón Alamilla



No me une al señor Armando “N”, identidad personal. Nunca compartimos escenario alguno. Con eso y todo, el respeto prevalece; incluso, me uno a la opinión mayoritaria: “…es el presidente que más ha hecho por nuestro municipio…”.

 

Hace unos días, nos despertamos con la noticia de que, con una orden de cateo (que debió autorizar un Juez) fue ‘sacado’ de su casa a las cuatro de la mañana. Dicen los vecinos que hubo destrozos y hasta la puerta de entrada derribaron. Desde luego, también tengo respeto por quien lo denunció, por el Juez (que autorizó el cateo), por el fiscal que realiza la investigación y por su defensor. Por no ser ninguno de los anteriores, no tengo detalles del asunto. De acuerdo con las noticias, el delito por el que lo detuvieron no es de prisión preventiva oficiosa; luego, debió justificarla el Ministerio Público.

 

Aun con ello, ¿debían detenerlo, como lo hicieron? Hasta qué punto, la moderna justicia que anhelamos, para los países de Hispanoamérica, no privilegió citarlo o, ante su indiferencia o desacato a la cita, presentarlo ante el Juez para imputarlo y, en su caso, vincularlo a proceso. ¿Cómo es que, el gobernante, no puede vencer la tentación de imponer “la fuerza del Estado” de esa manera?

 

Y, digo, la justicia que anhelamos para Iberoamérica, por la protesta de algunos juristas (que inició hace más de 50 años), al pedir que -en nuestros países-, dejaran de impartir justicia penal, con un sistema anquilosado y en esencia oscuro; …en un mundo de papel, en el que no era remoto dictar, libertad o prisión, en sentido opuesto.

 

La inquietud, de entonces, por lo que -los referidos juristas-, vieron en otras regiones de la geografía mundial, con relación a las que, teníamos considerable atraso. La obra Del sistema inquisitorio al moderno sistema acusatorio en México, que publicó la Suprema Corte de Justicia de la Nación en 2013, nos ilustra respecto de los sistemas de justicia, que remontan a los años 500 y 400 antes de Cristo e iniciaron en la Grecia democrática…, ahí…  “…el sistema de justicia griego, además de haber estado inspirado en los principios de la democracia y sustentado en su profundo culto a las leyes…”.

 

La Grecia democrática, la República romana, la denominación germana en Europa y el sistema de justicia inglés, constituyeron el Sistema Penal Acusatorio. Justicia clara y objetiva. Después apareció el Sistema Inquisitivo, en el que -en forma breve y sin derecho alguno- para el infractor de la ley, imponían severos castigos. Eso, en la Roma Imperial y en el Derecho canónico.

 

El éxito del sistema penal acusatorio de los ingleses (justica clara y objetiva) inspiró a los franceses, con la salvedad de que -el Estado- no perdiera la fuerza…, lo llamaron Sistema Mixto, al mezclar las reglas del inquisitivo (para investigar en lo oscurito) y (un proceso “a la luz”), en los tribunales. Aunque…, desde la ‘investigación’, muchas cosas eran irreversibles.

 

Por el poderío del personaje, el Código Napoleónico de 1808 cobró fuerza, y se extendió por el mundo. A México y a los países de Hispanoamérica, la trajeron quienes rigieron los destinos de nuestros pueblos, hasta que -por el hartazgo- fue insostenible.

 

El esfuerzo de los inconformes dio frutos y, después de diversas reuniones, el destacado penalista argentino Jorge Clariá Olmedo, llevó a las Sextas Jornadas, que celebraron -en 1978- en Valencia, Venezuela, el proyecto del Código Modelo de Procesos Penales para América Latina. Así, cobró fuerza el Sistema Penal Acusatorio Moderno.

En 1993, en México, publicaron reformas a nuestra Carta Magna. Fue el primer intento de implementar el sistema penal acusatorio. Ante la falta de capacidad -o voluntad- de así hacerlo, en 1999, dimos marcha atrás; después, algunas entidades federativas continuaron con ese esfuerzo, hasta que apareció la Reforma Constitucional de Seguridad y Justicia de 2008 y, a la postre, la publicación del Código Nacional de Procedimientos Penales de 2014. Quede claro…, …por la inquietud de los países de Iberoamérica, no por imposición de los países anglosajones, como lo han expuesto.

 

Es sello distintivo, del sistema penal acusatorio, la presunción de inocencia (nadie es culpables hasta demostrárselo y, la prisión preventiva, antes de eso), solo en casos excepcionales. En lo que hasta hoy tenemos, solo como avance, del sistema penal acusatorio, la Constitución de la República y el citado Código Nacional, refieren a la prisión preventiva… oficiosa, cuando la aplicación es para determinados delitos (homicidio, secuestro, etcétera), así estipulados en ambos dispositivos y, justificada, cuando el Ministerio Público debe “justificar” -al Juez-, porque pide la reclusión del imputado, sin haber cometido un delito de los llamados de oficio.

 

Y surge el enfrentamiento que, entre otras cosas, nos permite establecer el nivel jurídico – cultural, en el que nos situamos: como el que distinguió a los griegos: “democracia y culto a las leyes” o, en el que -en ese entonces- quisieron los franceses: investigar en lo oscurito.

 

Y esa fuerza del Estado, no solo por “encerrar” a alguien. Contrario a los países de Iberoamérica (por los que aboga) -de contar con un sistema penal acusatorio-, al inicio de su administración, el señor presidente de la República pidió (hasta lograr), ampliar el catálogo de delitos de prisión preventiva oficiosa y lo celebra. Hoy, la discusión para eliminar esa prisión y solo dejar la justificada, lo irrita y, por otra parte, promovió (hasta lograr) una Ley de Amnistía. Así, por una parte, “enciérrenlos”, …y, ya sabré a quien (es) sacar. Eso…, …es de dictadores.

 

Por lo que hace al señor Armando, si la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, urge a privilegiar el trámite del proceso penal en libertad, había necesidad de arremeter…, no solo en contra de él, si no, hasta de su familia, que, ajena a los hechos que le imputan, debió vivir con angustia su detención. Cada día que duerme, en prisión, hay un reproche para la justicia y resurgirá esa pregunta.

 

Y pensar que esto apenas comienza. Ojalá, el resultado de las elecciones del próximo dos de junio, nos acerquen más, al sistema penal acusatorio moderno. Qué lamentable sería -por culpa de los que hoy creen todo a ciegas-, regresar al sistema mixto y -más aun- al inquisitivo. Tratándose de sus hijos, ¿en cuál sistema de justicia desea que vivan los próximos años? Los progresenses, y los mexicanos, tenemos al alcance la respuesta.






 
 
 

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Rodríguez Puebla esq. Francisco I. Madero (altos), Colonia Centro

Progreso de Obregón, Hidalgo.

Correo electrónico: info.alamilla@gmail.com

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